El rostro de Pablo Iglesias

 

 

 

En esta ocasión toca hablar de Pablo Iglesias y su adorado Hugo Chávez Frías, que en paz descanse.

 

Antes de comenzar, me gustaría señalar que a mí los políticos de izquierda me caen bien (y son los de centro-izquierda los que me caen mejor). En 2012 publiqué un artículo en el que concluía que la única posibilidad de progreso para España era erradicar el bipartidismo, la oposición PP/PSOE; para lograrlo, proponía a la ciudadanía votar exclusivamente a partidos minoritarios (artículo: Una propuesta para transformar el sistema). Eso, como saben, ya está sucediendo. Yo, que soy liberal, he votado a Ciudadanos (C's) en las últimas elecciones europeas. Pero la mayoría de los ciudadanos que han decidido disolver el bipartidismo han votado a la formación emergente Podemos, liderada por el elocuente y persuasivo Pablo Iglesias; un político de izquierda que, en un principio, me caía bien, a pesar de que yo no soy partidario de los modelos asamblearios.

 

A estas alturas, Pablo Iglesias ya no me cae bien. Porque, aunque ahora que goza de atención mediática se afane en ocultar sus verdaderas inclinaciones ideológicas, lo cierto es que contundentes declaraciones suyas realizadas antes de convertirse en líder político, desde aquellas en las que apoya a presos de la banda criminal ETA hasta aquellas en las que ensalza a Hugo Chávez, muestran inobjetablemente cuál es su perfil psicológico e ideológico.

 

Veamos lo que opina el señor Pablo Iglesias del difunto Hugo Chávez:

 

 


 

 

"Los demócratas hemos perdido a uno de los nuestros", dice Pablo Iglesias. A este respecto, conviene ser claro y contundente: el ex presidente de Venezuela era un psicópata. Y los psicópatas están incapacitados biológicamente para ejercer y fomentar la democracia (los lectores que no sepan realmente cómo es un psicópata pueden consultar mi artículo de 2013, en el que resumo las investigaciones de Robert Hare, uno de los mayores expertos en psicopatía del mundo). Chávez era una persona egocéntrica, megalómana, incapacitada para la empatía (todos sus gestos y actos empáticos, que tenían fines propagandísticos, eran fingidos, habían sido estudiados y preparados con antelación), mentirosa, envidiosa, manipuladora, de una emotividad superficial, desposeída de remordimientos y de sentimiento de culpa. Un psicópata inculto pero inteligente que, aun restringiendo enormemente los derechos de los ciudadanos venezolanos, consiguió que muchos lo adoraran y lo idolatraran (si se dirigen a este enlace podrán leer una descripción del perfil psicológico de Hugo Chávez realizada por un psiquiatra).

 

Ese es el modelo de Pablo Iglesias: la figura del psicópata dictador, del que emplea la persuasión y la manipulación para controlar a las masas, del que justifica la violencia para "abrir el camino hacia la razón y hacia la verdad", en palabras de Chávez. Para Iglesias, la voluntad de todo un pueblo debe residir y encarnarse en una única persona. He aquí la sentencia manipuladora. Traduzcámosla: la voluntad de una única persona, por emanación e influencia de su egolatría, ha de convertirse en la voluntad de todo un pueblo. Pablo Iglesias quiere ser Hugo Chávez. Rectifico: Pablo Iglesias quiere ser Pablo Iglesias. Y que el pueblo sea Pablo Iglesias.

 

Para finalizar, ¿qué conocemos los ciudadanos del partido político Podemos? Fundamentalmente, el rostro de Pablo Iglesias, que ha sido plasmado en el logo de su partido en las últimas elecciones europeas. He de reconocer que, como soy un psicólogo autodidacta, me he dedicado últimamente a analizar el rostro de Pablo Iglesias en sus comparecencias en programas de televisión. Desde el primer momento, me sorprendió la templanza del líder de Podemos, su autocontrol, su imperturbabilidad. Digan lo que le digan, por muy graves que sean las acusaciones, Pablo Iglesias no se altera emocionalmente; como mucho, su reacción emocional es superficial. Podría deberse a bajos niveles de ansiedad, a una baja capacidad para experimentar estrés o miedo. El caso es que le acusan de apoyar a los presos de ETA, explicándole con detalle los terribles crímenes que han cometido, e, inexplicablemente, el rostro de Pablo Iglesias no experimenta ninguna reacción emocional. A veces protesta verbalmente, con un énfasis que parece impostado, pero mientras lo hace su rostro solo transmite emociones superficiales. Muy intrigante.

 

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Comentarios: 3
  • #1

    Anónimo (sábado, 23 agosto 2014 16:15)

    Muy interesante, realment da que pensar. Hecho en falta más artículos en tu blog, que últimamente está más que vacío.
    Espero que todo vaya bien y que terminases bien el curso.
    Saludos

  • #2

    JSC (sábado, 23 agosto 2014 21:58)

    sí, las cabezas visibles de Podemos son muy interesantes: baile de máscaras. Estoy de vacaciones en la Vía Láctea.

  • #3

    ahíhaypsycho (lunes, 27 julio 2015 13:22)

    Es lo que parece, sí. Pues no le ves la cara inexpresiva. ¿No ves que es un loro de repetición? ¿No ves que es un actor? ¿No ves que no siente, que todo es fingido?
    Tan difícil es identificar a alguien que es palabra hueca, sin expresividad sentida en la cara. Es una bola de ego, un hambriento de poder. Solo quieren poder. Dominio y control, y se nota por muy superficialmente elocuentes que sean.
    No es fácil, para quien no los conoce, identificarlos. Pero una persona profunda tiene que captar cuándo otra no lo es, cuándo es un farsante, y cuándo ese farsante no es un simple mitómano sino un depredador peligroso.