Una literatura arriesgada e innovadora

 

 

Afirmaba recientemente Luis Goytisolo en una entrevista que, si bien hay en la actualidad buenos novelistas en lengua castellana, no los hay que inviertan su talento en proyectos literarios arriesgados e innovadores, en novelas que intenten renovar el género.

 

Esta es una cuestión sobre la que he reflexionado muchas veces en silencio. De modo que ya va siendo hora de que lo haga en voz alta:

 

Comparto la afirmación de Goytisolo: el afán de renovación no es un rasgo distintivo de los escritores contemporáneos en lengua castellana; antes bien, su actitud artística es bastante conservadora. Tenemos en España e Hispanoamérica, por una parte, novelistas de gran talento que, de momento, no se han atrevido a traspasar los límites establecidos; y, por otra, novelistas de escaso talento –organizados en una especie de lobby– que repiten monótonamente una fórmula narrativa, supuestamente arriesgada e innovadora, que todos comparten, lo que los sitúa en una posición aún más conservadora que la de los novelistas anteriores. De modo que la renovación de la novela permanece en la actualidad estancada.

 

Pero, si un buen novelista es por definición una persona altamente creativa, ¿cómo es posible que, en algún momento de su carrera literaria, no intente traspasar los límites, no intente hacer una aportación definitivamente significativa a la renovación del género novelístico? No parece algo posible; y, sin embargo, lo es. ¿Qué bloquea, pues, el estallido creativo de personas con tanto talento literario?

 

A mí la respuesta me parece obvia: lo que bloquea la creatividad es la conjunción de la necesidad de todo escritor de ser oficialmente un escritor para todo el mundo (un escritor visible para todo el mundo) y la actitud conservadora, acomodaticia, cerril (y otros tantos adjetivos que pueden ustedes añadir) de los editores y críticos literarios. Digámoslo más claramente: hoy en día un escritor de talento no puede permitirse el lujo de escribir una literatura verdaderamente arriesgada e innovadora, porque tal osadía le propiciaría la animadversión o la displicencia de los editores, la incomprensión de muchos críticos, quizá el reconocimiento de unos pocos autores nada envidiosos y, con toda seguridad, el rechazo palmario de ese mercado que tiene apresados a los lectores.

 

En resumidas cuentas, para un escritor actual el riesgo literario es sinónimo de ostracismo y marginación. De ahí que la conciencia pragmática del escritor se sobreponga a su conciencia creativa. De ahí que renuncie. Son, por tanto, los apolillados engranajes de la industria editorial contemporánea los que reprimen la creatividad de los buenos novelistas. Porque un buen novelista puede, desde luego, renunciar al dinero y a la exposición mediática, pero no puede renunciar a ser reconocido como un buen novelista por todo el mundo, incluso por aquellos que jamás serán sus lectores.

 

Mi último trabajo literario es una novela experimental. Han transcurrido tres años desde que la terminé. Me asegura un amigo que ya no es editor que se trata de una buena novela, valiente y arriesgada en muchos aspectos. Pues bien, por el momento ningún editor está dispuesto a publicarla. En breve comenzaré a escribir una novela aún más arriesgada.

 

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Comentarios: 2
  • #1

    Mariano (martes, 25 junio 2013 21:14)

    A pesar de sus confesas altas capacidades, a menudo deja resquicio para sospechar de éstas. Como en este artículo. Alzando la voz para contar algo que hasta el más mediocre escritor inédito ya comprendió hace tiempo. Hágaselo ver.
    Un saludo.

  • #2

    Juan Serrano Cazorla (miércoles, 26 junio 2013 10:32)

    Hombre, Mariano, no pierda su tiempo en visitar esta web a menudo si lo que escribo le parece obvio o poco inspirado. ¡Con la cantidad de contenidos interesantes e instructivos que hay en internet!

    De todos modos, si desea seguir interviniendo con sus comentarios le ruego que aporte argumentos de calidad sobre el contenido de los artículos; de lo contrario no podrá participar: este es un espacio crítico que pretende fomentar el debate ideológico.