Editing literario (I)

  

Hoy les hablaré sin ambages de la opinión que me merece el editing literario. Se trata de un tema polémico, delicado, del que autores y editores hablan poco en público: los autores, debido al pudor, la vergüenza o, los más sensibles, al estrés postraumático; los editores, porque su reputación y supervivencia dependen de ciertos pactos de confidencialidad (solo los editores extremadamente vanidosos –convengamos en que todo editor es por naturaleza muy vanidoso– se atreven a difundir sus tejemanejes editoriales, que frecuentemente narran con un tono de voz jactancioso que propaga su enorme satisfacción).

 

Pero quizá haya quien no sepa qué es eso del editing literario. De modo que, antes de continuar, conviene recurrir a una buena definición. He encontrado una bastante clarificadora en la web de una de esas agencias literarias que inspiran poca confianza: "Antes de su publicación, multitud de obras son sometidas a un editing: una revisión del texto que incluye la corrección, condensación y reorganización de la información, para mejorar su comprensión y por tanto su funcionamiento global". Esta misma fuente cita algunos de los aspectos revisados en un editing:

 

1. Construcción de los personajes y su evolución en el transcurso de la historia. Análisis de sus reacciones.

 

2. Existencia de conflicto que soporte la trama y el argumento de la novela.

 

3. Análisis de las preguntas implícitas que se han de crear en el lector.

 

4. Visibilidad. Adecuación de los momentos en los que el autor escoge decir o mostrar, de acuerdo con las necesidades del lector para adentrarse en la historia. Análisis de las escenas y diálogos.

 

5. Ritmo. Dominio de los modos narrativos.

 

6. Seguimiento del eje o ejes de la historia, detección de sus núcleos y comprobación de la existencia de la relación de causalidad entre ellos.

 

7. Verosimilitud.

 

8. Óptimo aprovechamiento de los resortes dramáticos.

 

9. Adecuada utilización de los puntos de énfasis y análisis de la curva dramática.

 

10.Unidad y coherencia del texto. Seguimiento de las secuencias y tratamiento de las unidades de información.

 

Sí, lo han entendido bien: el editing no es una mera corrección ortográfica y gramatical del texto, sino una modificación sustancial de su contenido, estructura y mecanismos narrativos. Supuestamente, es necesario porque, normalmente, la primera versión de su obra que los autores entregan al editor presenta deficiencias de todo tipo que, de no subsanarse, harían inviable la publicación del texto.

 

Me consta que, en efecto, no son pocas las novedades editoriales que, en la actualidad, fueron sometidas a un proceso de editing antes de llegar a la imprenta. Este hecho indudable me lleva, por tanto, a la siguiente conclusión, de lo más inquietante: hay muchas personas en el mundo que son expertas en la construcción de textos literarios complejos y que, sin embargo, nunca han publicado uno firmado con su nombre y apellidos ni tienen la intención de hacerlo; y, al mismo tiempo, hay bastantes personas en nuestro planeta que publican libros firmados con su nombre y apellidos, a pesar de que no son expertas en la construcción de textos literarios complejos. Reformulemos la inquietante conclusión: los editores (y sus colaboradores) tienen más talento literario que los escritores. Y, si esto es así, entonces no podemos considerar que el talento literario sea un don escaso, como nos dictaba el sentido común, sino todo lo contrario. Al parecer, el talento literario abunda, como las cucarachas en verano, y se encuentra al servicio de personas que no lo poseen. O quizá: hay en el planeta azul muchas personas con talento literario; las que tienen menos talento escriben la primera versión del texto y firman el producto final; las que gozan de más talento reconstruyen y perfeccionan el texto y permanecen en el anonimato; así pues, la producción literaria es el resultado del trabajo cooperativo de los seres humanos con talento literario. 

 

Para que vean que nuestro mundo constituye una mezcolanza de hermosas paradojas que mantienen entretenidos a los que, como yo, viven ensimismados en sí mismos.

 

Pero resulta que luego se publican los libros; y los críticos, unos señores que normalmente no escriben textos literarios complejos (también podría tirar de este hilo…), dictaminan que su calidad literaria es baja o, en el mejor de los casos, aceptable. Y, claro, si concedemos autoridad a estos señores (o, más bien, al colectivo que integran), la conclusión que he anunciado anteriormente se invierte: el talento literario es un don tan escaso que ni siquiera la colaboración intelectual de un nutrido grupo de personas –todas, como mínimo, medianamente inteligentes– logra producir artefactos literarios excelentes.

 

No me parece correcto que se escandalicen. Qué esperaban. Ustedes necesitan una cantidad ingente de libros al año para sobrevivir o, mejor dicho, para sobrellevar su calamitosa existencia (tan penosa como la mía, por cierto). Y, además, no son pocas las personas que han venido a este mundo para llevar una vida sin privaciones. Dadas las circunstancias, ¿cómo podría saciar tanta necesidad un talento literario escaso?

 

De todo lo dicho se infiere una última conclusión: hay muy pocos escritores con verdadero talento literario, y sus obras no son sometidas a procesos de editing.

 

Obvio, ¿verdad? Pues no. El último aserto es falso.

 

Hablaré de esta nueva paradoja en un próximo artículo. Aún nos queda por recorrer la parte más oscura del camino.( Editing literario II)

 

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